sábado, 20 de marzo de 2010

Humeda piedra bendita.

Cortito, reciente, chevere...

El atardecer temprano,
caminante por senderos,
guareciéndome en tus cabellos,
y en el brillo del sol y las estrellas,
el manzano de un fruto dulce y rojo,
que como los mares salados,
se torno sangriento y con gusto de hierro,
el asco, el miedo, y la hermosura,
del terrible mar insaciable,
la prisa y el ultimo beso,
un amor fugaz,
el sabor ajeno en la humedad de la piedra bendita,
esa que marcaba mi camino,
la frustración, y el sabor de la libertad del vuelo.


como siempre, se vale comentar...

2 comentarios:

srita. sinceridad dijo...

chévere... y no hay sabor como la sangre...

he dicho...

Anónimo dijo...

jaja me recuerda a un amigo!!! uuuu
si el sabor de la sangre se supone q debe gustarm el sabor jaja muak