sábado, 7 de enero de 2012

Notas a Don Lucio

I
Amaneció tan normal ese sábado,
pero nadie notó que no cantó el gallo ese día,
amaneció tan normal,
o quizá fue lo que todos vieron,
sin mirar el rojo sol en la mañana,
sin sentir el frío total cubriendo la cama,
arañando a mitad del invierno por entre los huesos.

Me levanté como si nada ese día,
horas antes de que no cantara el gallo,

me lavé la cara y salí al frío,
amaneciendo cansado y encabronado,
sin saber que tanto cerca como lejos,
el gallo no cantaría,
te morías Don Lucio,
el único gallo que aún cantaba.

II
Murió de una forma miserable,
hundido en una cama de hospital,
con la cobardía del verdugo de la muerte,
que lentamente lo fue tomando,
atrapado entre los tubos y cables,
sin poder tomar defensa,
sin poder mentarle la madre
a ella, su muerte.

Cabrona la muerte, le dió tiempo,
y pensó como tantas veces las borracheras,
los bailes, las risas, la fiesta y los nietos;
Nadie supo que dejó de cantar el gallo,
y me he puesto a llorar como un niño,
sentado al borde de la cama,
tan solo y en silencio.

III
A ti no te van a recordar muchos gallito,
solamente los necesarios,
y sé, que no vale madre escribir todo esto que escribo,
pero tu sola ausencia me hace gritarle al viento.

¡Ay! Gallito, cómo quisiera que cantaras,
o que contaras las historias,
que tan oscuras y siniestras contabas,
cuando el mundo seguía aquí.

No va a haber mas nietos,
por lo menos ninguno que baile la chichona otra vez,
porque te fuiste,
y nos dejaste al viento,
la música y el silencio,
las plantas, y las leyendas,
Por eso nadie te va a recordar,
Porque todo lo que fuiste, nosotros lo somos.

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