jueves, 11 de junio de 2009

Crónica 5, Al mar.

El soldado abrió los ojos en un extraño paraje, de un instante a otro había sido transportado de la batalla. Sentía la arena bajo sus pies, estaba descalzo y no lo había notado, estaba perdido, con la mirada fija en el horizonte, el mar lo llamaba, le pedía se acercase, el avanzaba con un paso lento, un golpe en su cabeza, sintió el grito de la batalla que terminaba, y de regreso a la playa, caminando hacia el mar, la doncella caminando entre el sangriento encuentro, y la tranquilidad con que se mecen las olas, las visiones lo abrumaban, cayó de bruces, y se levantó para apenas andar de rodillas, tanteando como un ciego, como alguien perdido en la oscuridad de un día triste y nublado, como el cielo de ese día, que no era amenazante, solo triste, ¿y la doncella?, que diría si él se perdía, sabría acaso que existió, o solamente buscaría a su guerrero, ¿y si era ella quien lo llamaba hacia el mar?, que podía hacer en ese momento, los golpes de la batalla lo tenían adolorido, pero seguía su camino hacia las suaves olas que tanto le atraían, se descolgó el fusil, y la navaja, las correas, y la pistola, no podía mas con ese peso, algo le estaba oprimiendo el pecho, no podía respirar, se quito las ropas de encima quedando solo con los pantalones, sabía que tenía que llegar al agua, hacia las olas, y dejarse ir, tenía que encontrar a la doncella, y decirle que él le amaba, tenía que hacerlo, ya faltaba poco; tienes suerte de esta aquí, dijo un voz lejana, te dieron dos balas en el pulmón, casi te perdemos. Las olas se alejaron, y la voz se hizo cercana, estaba en la enfermería, la batalla había terminado, no sabía que era real y que no, no sabía sobre la doncella, y nadie sabía de ella.

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